Los veo por las mañanas, con caras cansadas. Hay sueños rondando en el aire y un olor penetrante a café. Miran con incertidumbre para todos lados, mientras piensan quien sabe qué.
Presiento aburrimiento, rutina, desagrado. Sin embargo, esas mismas muecas que logro ver con mi mirar me muestran costumbre. Una aparente desilución me hace creer que no construyen sus salidas. Caminan, corren, porque acostumbran a hacerlo, hacia el mismo lugar, para hacer lo que hacen normalmente. Por la noche vuelven, prenden la televisión, se enajenan un poco más y después se duermen.
Por la mañana vuelven a lo mismo...