Quizás escribo sin misión alguna, tal vez sí. Solamente me interesa darme cuenta que puedo escribir sin intereses por medio, quiero darme cuenta que las palabras fluyan sin razón alguna. Que mientras vaya haciéndolo, surgan nuevas ideas, nuevas frases. Necesito darme cuenta que salen letras de mi. Formo oraciones, con y sin sentido. Es así como voy avanzando por las líneas de esta página ficticia. No sé adónde me dirigo ni tampoco me interesa en gran medida. Solo estaré aquí. Procuraré por mantenerme aquí, sin fijarme en nada más que estar. Existo. Tomaré café y fumaré unos cigarros, preocuparme de nada más que de ello. Seré libre para elegir, bajo angustia y pasión. En mí estará esa elección para prescindir de lo prescindible y quedarme aferrado a lo imprescindible. ¿Cómo sabré cuál pertenece a qué? No sé, ni me interesa. Me fijaré mientras tenga que decidir entre banalidades. Nada me es banal, no obstante, selecciono sólo algunos elementos, dentro de una cierta cantidad de posibilidades que tengo. Me angustio por eso. Sin embargo, sigo respirando, me mantengo vivo. Caminaré por calles, me llevarán a otras calles; finalmente terminaré en un pasaje sin salida. Revuelto en absurdo.
Elegí cosas para mi vida. Algunas me fueron muy útiles y me provocaron momentos felices, otras, en cambio, me produjeron dificultades y amarguras, ¿pero qué? Sigo caminando por calles por donde he pasado y otras nuevas, prosigo por caminos antiguos y otros modernos. Sigo andando voy dando vueltas parecidas a un triángulo, a un cuadrado, más se aparentan a vueltas en círculo.