septiembre 11, 2010

contra-celebración

Sin ganas de celebrar, nunca más. La intención del sector es obtener sonrisas de los vecinos, ¿qué vecinos? No los conozco, aunque me gustaría. Mirar los pétalos de las celestes y moradas flores que caen desde la copa del árbol de la casa del frente, me hace sentir que podríamos sí tener una fiesta. El problema sería desconocer con quién celebrar. Algunos cantan, otros bailan, otros hasta tocan instrumentos; yo no sé ninguna de esas cosas... Al parecer podría ser observador, y no celebrador. Desconcertante, depresivo y moribundo.

mayo 28, 2010

Al morir...

Quedaría como esperanza el repensar la historia al modo benjaminiano, y abrir las posibilidades para transformar tanto el pasado y el presente como el futuro. Olvidando, en cierto grado, la espera tranquilizadora de un porvenir revolucionario, no queda más nada, que comenzar a crearlo.

marzo 25, 2010

Un extranjero con más de una frontera.

Cuando tienes extrañeza en el fruncir, caminas más rápido de lo normal, sin razón alguna, y además tienes la piel azulada, se torna complejo andar por las veredas de la ciudad sin sentirse observado. Más que indicado, mal mirado. Que nadie de tu alrededor tenga la piel de color azul... Intenta esconderse y escucha: “¡aquí no alojamos gente de tu color!”, O también oye “... acá solo vive gente verde, por eso es mejor que te vayas.”

Así va buscando su lugar en el mundo, en la ciudad. Además tiene miedo de tropezar con quienes lo miran. Un total fracasado se siente este pequeño personaje que merodea por los distintos rincones de la ciudad. Le ayuda que sea de una extensión considerable, al menos, así consigue no ver a sus amigos, ni a la gente que conoce. Camina escondiéndose, porque tiene miedo de estorbar, no le interesa conocer. Solo busca conversaciones efímeras; gusta de la espontaneidad, pero le incomoda que sea él quien comienza, a pesar de ello muchas veces lo hace. Posteriormente de empezar a hablar se siente como un verdadero idiota.

Hace unos años, él bailaba tranquilamente, paseaba por los bares del sector, a veces, se emborrachaba. Sin prejuicios, ni reglas, y con Dios muerto, deambulaba con la vista en alto. Aún cree caracterizarse por lo mismo, el problema actual: él se siente discriminado por donde vaga.

enero 04, 2010

Sin título, ni punto final.

Un pequeñoburgués pasea a su perro; pensando dónde está dios y con pretensiones de encontrarlo le describe, mientras caminan a la par, las características esenciales de él. El cuadrúpedo, sagazmente, comienza a olfatear todo rincón que encuentra. En tanto, su amo lo observa de lejos, imaginándose qué dios encontraría su amigo.
Entre la oscuridad de la ciudad, y quemándose algunos departamentos producto de un pequeño fósforo sin apagar, debido a la intención que tuvo un niño de prender una estufa para así palear con el frío invernal, estos dos animales siguen su búsqueda. Aún sin ninguna consecuencia positiva. Caminan sin cesar, a veces el perro olfatea faldas y tacos de las prostitutas que bien paradas se encuentran en algunas esquinas del sector céntrico de la urbe. Yacen las hojas, inútiles y cafesosas de los maltratados árboles de la única pseudo alameda del lugar; desparramadas esperando a que alguien las recoja para así decorar su apestoso hogar. Algunos autos se escuchan a lo lejos, sin tener mayor motivación que apurar su andar para llegar rápido a conciliar el sueño entre sábanas gruesas y opulentas cortunas que tapan la luz lunar que podría entrar por las ventanas de su sórdida casa. Pasea también algún malagradecido, escupiendo a cada poste de luz que ve. Ladeando entre la ebriedad y la obstinación, se preocupa de no chocar con las paredes; a ratos lo consigue.
Desde una esquina mira dios, todas las andanzas de estos pequeños personajes moribundos bajo una cruda llovizna que empieza a empaparlos. Las prostitutas esperan sus clientes, algunas más bellas que otras y otras a maltraer comienzan a despedir su mala noche pensando "No tendré qué para comer mañana". Sin importancia se vuelven estas anónimas existencias a la luz del brillante sol del verano, donde el alcohol domina la hermosa lujuria ciudadana. Las pocas hojas ya descritas van siendo mojadas y arrastradas al recóndito viñamarino.
Nada impide las intenciones de estos amos, tanto el perro de color grisáceo como el hombre de ojos negros y piel algo pálida siguen con la idea de algún día dar con dios. No saben que dios está a la vuelta de aquella esquina y se encuentra resguardado por millones de horribles durmientes en una sala de espera. Llenándose la cabeza de asquerosos pensamientos, este pequeñoburgués se encuentra dominado por su terquedad; la porfía de lograr su objetivo hace que no pare frente a ningún tipo de adversidad, ni su animalesco amigo perdido le impidirá llegar a su encuentro.

El grisáceo animal ya perdido bajo la lluvia y la suciedad inherente de esta ciudad. La única esperanza de este cazafantasmas es una espontánea conversación con la última prostituta del lugar. Ahí frente a sus oscuros ojos, está: ella.