diciembre 05, 2008

Paredes blancas.

Impregnada en mí, esa hermosa fragancia. Esa preciosa ilusión. Contaminación y yo comienzo a ponerme verde. Ver de verde a negro, me deprime, me mata. Cuestionamiento intrigante, pensamiento abominante. Salgo desde mi abdomen, salto rejas, traspaso paredes. Hablo sin escucha, escucho sin que nadie hable. Me retumba en el cerebro. No quiero ejemplos, no quiero reyes, ni dioses. Lombrices salen de mi mente, demente veo cosas, alusino con invertebrados, me transformo en polilla, vuelo de luz en luz, metamorfosis adolescente, pretendo regresar, estoy perdido en mí. No quiero saber sobre nada, ni nadie, no sé dónde me encuentro. Estoy perdido. Siento una escapatoria, voy a ella, me encuentro frente a ella, se cierra. No tengo salida. Estoy encerrado, sin ninguna posibilidad. Los muros se acercan. Morire aplastado, como quien aplasta una ... Subo el volumen, no escucho más nada. Se me reventarán los oídos. Sigo pendiente de lo poco que escucho, me voy con lo que siento. Agarraré una pistola, saldré de aquí. No hay pistolas, tampoco salidas. Nada para hacer, ni para, al menos, morir. Nada alrededor, más que estos muros que aparentemente se acercan hacia mí, me aplastarán. Quedaré muerto en algún momento, sin si quiera poder decidirlo. Tal vez estaré durmiendo, tal vez despierto, nada importa. Estoy aquí, no me puedo mover. Quiero gritar, correr, ¿escribir, leer? nada se puede. Todo se me prohibe por el mero hecho de que no puedo recurrir a ello, no existen leyes, tampoco posibilidades. Estoy entrando en angustia. Tengo mi mente y corazón, el problema es que no sirven, porque no puedo sentir algo fuera de este par de metros cuadrados, ni pensar algo fuera de él. Estoy enclaustrado. No fui delincuente, tampoco drogadicto, menos violador, quizás un poco alcohólico, pero tampoco. ¿Por qué estoy aquí? no encuentro explicación fuera de estas peredes, quizás la culpa fue mía, el problema (al menos mío) es que no se qué culpa, ¿culpa de qué? cuando lo averigue seguramente no servirá de nada; mejor vivo. Respiro e intento pensar, que es lo último que me está quedando. El techo a veces se abre, cae comida, la utilizo y sigo con mis asuntos. Pienso. Siento. Existo. Respiro. Vivo. Quizás solamente sobrevivo. Estoy perdido en un lugar sin esa luz al fondo del camino, no sé ya qué hacer. No tengo recursos, no tengo necesidades, se me perdieron las ideas, los pensamientos ya no existen. No tengo recuerdos, no tengo futuro. El presente es lo mismo que los dos anteriores, será lo mismo que antes y que lo que me queda por delante. No sé qué decir, no sé qué pensar. Me voy, no tengo para dónde.
A las 12.15 am., porque hay un reloj que me cautiva, me acompaña y me deprime aún más, avanza lento como nunca antes. Espero esperar algo en espera. No espero a nadie, ni a nada. Cómo me gustaría estar esperando algo, aunque nunca llegara, pero con una esperanza, con una ilusión estaría tanto más contento. Solo sé que cada vez me queda menos, no sé qué esperanza me puede entregar eso. No sé que puedo esperar, no tengo ideas para inventarme un objetivo, no tengo neuronas para pensar, no tengo cabeza para ello.

¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!